CIUDADANOS Y EL REFORMISMO HISTORICO EN ESPAÑA

El Partido Republicano Reformista nació en abril de 1912 en un banquete y homenaje a Melquíades Álvarez. En ese acto el político asturiano pronunció un discurso donde expuso que lo que pretendía era reorganizar a los republicanos históricos que coincidían con él y con Gumersindo de Azcárate, y que la formación tendría vocación de gobierno y sería reformista. En abril de 1916, con un intervalo de cinco meses, hasta las Generales el Partido Reformista fracasó. En vez de alternativa, se había quedado en comparsa.

 

 

 

CIUDADANOS Y EL REFORMISMO HISTORICO EN ESPAÑA

 

Julio 2016/actualizado Abril 2021

 

Históricamente, todo partido, de corte reformista, que ha apoyado pactar indiscriminadamente, incluso tímidamente, para imponer democracia y regeneración, con los adversarios políticos, ha tenido muy corta vida. Lo que ha representado Ciudadanos en su corta andadura lo representaba ya hace mas de un siglo el Partido Reformista de Melquiades Álvarez: una esperanza frente al bipartidismo, una oportunidad de superar la corrupción inherente a la alternancia de los grandes partidos, un cauce para una mayor participación en la vida pública, un elemento de movilización de los sectores más exigentes de la población. Abominaba de entenderse con el caduco partido que había extirpado de la conciencia pública casi todas las esperanzas. Tan caduco como el PP de Rajoy; tan “viejo” como el PSOE que vuelve a las andadas cuando surge.

 

La encrucijada de Ciudadanos ha sido la misma que afrontaba el Partido Reformista hace más de cien años. La creciente frustración ante la inoperancia del insípido Eduardo Dato, sirvió al conde de Romanones, líder del añejo Partido Liberal, para hacer un canto de sirena a Melquiades Álvarez líder del Partido Reformista, es decir el que fuera de Albert Rivera actual, ofreciéndole nada menos que “una colaboración entusiasta, apasionada, decidida, generosa, resuelta. Melquiades Álvarez rechazó con dignidad –como hicieron los dirigentes de Ciudadanos que no habían ganado en las urnas- la cartera ministerial que se le ofreció. En abril de 1916, con un intervalo de cinco meses, hasta las Generales, el Partido Reformista fracasó. En vez de alternativa, se había quedado en comparsa.

 

Parecido le pasó al CDS hace mas de un cuarto de siglo. Adolfo Suárez cometió el mismo error que Melquiades Álvarez al prestarse a servir de apoyo del PSOE. Su pasteleo en el pleno del caso del hermano de Guerra fue el principio del fin de aquel antepenúltimo proyecto centrista en la política española.

 

Podría decirse que el penúltimo, la UPyD de Rosa Díez, corrió la misma suerte,  precisamente por lo contrario. Es preciso reconocer que en el juego de la política tan equivocado como pasarse, es no llegar.

 

Ciudadanos pactó con los grandes partidos corrompidos y agotados, como el PP de la Gürtel y el PSOE de los ERE, no ha mucho tiempo adversarios a batir, bandera de su más “profundo” mensaje electoral, con el explícito fin de practicar reformas que la sociedad española estaba demandando a gritos: reactivación de derechos y servicios sociales recortados, austeridad, adelgazamiento de las administraciones y dureza contra la corrupción, entre otras muchas demagogias que pronto  empezaron a mostrar.

 

Su incoherencia e incongruencia ha sido casi total: Antaño desde lejanas tierras catalanas, su “Sanedrín” tan pronto dictaba el apoyo vital para la izquierda en Andalucía, de manera implacable y rigurosa, como lo dictó para la derecha en Madrid y Guadalajara, por ejemplo, y al revés en Toledo, igual que en cientos de casos a lo largo de la geografía nacional, exigiendo siempre, pedagógicos y trasnochados “avances sustanciales” hacia esa democracia, tan lejana, que ellos querían proteger torpemente eliminando, por ejemplo, el municipio –primera célula democrática del Estado- y Diputaciones –con doscientos años de servicio impecable a esas primeras células democráticas o municipios, que al fin y al cabo determinan la fortaleza del Estado, de cualquier Estado Democrático-. Crear un impuesto confiscatorio al ahorro familiar, entre otras lindezas, amparadas en la demandada idea de cambio y regeneración. La gente ya se ha dado cuenta pronto, de que, por donde ha pasado Ciudadanos no se han notado las mejoras en justicia social, limpieza y democracia.

 

Ciudadanos, de manera despótica, ha hecho lo contrario de lo que prometió: pactar indiscriminadamente, para imponer “democracia y regeneración”, con los adversarios corruptos contra los que su lucha ideológica era, teóricamente, su razón de ser, su esencia doctrinal y su empeño democrático. En estos momentos, la labor de Ciudadanos constituye un impulso insensato y toda una desesperanza en la inquietante España.

 

Ciudadanos ha fracasado y se diluirán con la misma rapidez que creció, como todos los partidos reformistas históricos que hemos mencionado. Quizás hubiera sobrevivido sin haberse inclinado a prestar unos interesados e indiscriminados apoyos, manteniéndose cómodamente fuera de los mismos para así manejar chantajista y vilmente su coyuntural espada de Damocles conservando toda la libertad para hacer fácilmente una política rastrera desde la oposición.

 

Este mismo artículo –únicamente cambiando el tiempo de los verbos de pasado a presente o viceversa- fue publicado por nosotros en Julio de 2016 con el título “De los Partidos Reformistas”. Lo que queremos significar con esta precisión es que, basados en la entonces joven trayectoria de Ciudadanos y la mala suerte de los partidos reformistas que en la historia reciente ha habido, el futuro de Ciudadanos ya lo anunciabamos en aquel articulo de 2016 : su desaparición.

 

 

Julio de 2016/actualizado abril 2021

 

Por. Emilio Clemente Muñoz