FRENO DEMOCRÁTICO A LA DERIVA TOTALITARIA EN ESPAÑA
11 Febrero 2021/EC
El término Sociedad Civil, como concepto de la ciencia social, designa a la diversidad de personas que con categoría de ciudadanos y generalmente de manera colectiva, actúan para tomar decisiones en el ámbito público que conciernen al ben común todo individuo libre situado, fuera de las estructuras gubernamentales de un Estado Democrático y de Derecho.
Formalmente se comprende a la sociedad civil como el conjunto de ciudadanos organizados como tales para actuar en el campo de lo público en busca del bien común.
La democracia afirma la autonomía del sistema político pero también su capacidad de establecer relaciones con los otros dos niveles de la vida pública -el Estado y la Sociedad Civil-, de manera que en último análisis sea la Sociedad Civil la que legitime al Estado.
El surgimiento de la sociedad civil deviene de:
a) Procesos estructurales, de la transición de Estados autoritarios hacia democracias formalmente liberales.
b) De la pérdida de poder y soberanía de los Estados ante la globalización económica y la influencia de organismos supranacionales.
c) De la constitución de actores colectivos como una estrategia de sobrevivencia, autogestión de bienes y movilización de protesta contra las consecuencias más funestas de la crisis económica y la exclusión social y política.
d) De la desestructuración de los pactos corporativistas y de clases y, como consecuencia, la búsqueda de autonomía de dichos actores frente al Estado.
Así, la Sociedad Civil entra en escena como la expresión de una pluralidad de actores colectivos y sociales que democratizan e interpelan al Estado, al mismo tiempo que, con su participación, acelera procesos de diferenciación entre el Estado, el sistema político y la misma sociedad.
La existencia de una Sociedad Civil diferenciada de la sociedad política es un prerrequisito para una verdadera democracia. Sin ella, no hay Estado legítimo.
Resulta favorable para la democracia en tanto que constituye una especie de escuela para la participación, así como un dique que impide que el Estado invada los espacios sociales. Actualmente algunos tipos de organización de la sociedad civil se orientan básicamente al fortalecimiento de la sociedad, otros pretenden tener una influencia en la esfera política y algunos más ejercen una acción primordialmente política.
El concepto de sociedad civil se entiende solo en los países más o menos estructurados y con unos valores democráticos consolidados. Lo cierto es que la llamada Sociedad Civil, esa que los próceres, sobre todo de la política, proclama n con asiduidad, no es más que una expresión «vistosa» pero que no les conviene fomentar.
Los Poderes Públicos tienden a fagocitar aquellas funciones que le son propias a las asociaciones, fundaciones, etc., en definitiva tratan de acapararlo todo.
Ninguna administración, del ámbito que sea, es capaz de solventar las necesidades ciudadanas «per se», para eso está la Sociedad Civil organizada, pero claro con estas premisas y ocultas intenciones fagocitarias de la administración, lo que está ocurriendo es lo contrario, que la sociedad civil se debilite, el voluntariado brille por su ausencia aunque se diga lo contrario justamente para justificar lo imposible. Así nos luce el pelo. Mientras tanto, esa dormida sociedad civil calla, soporta y hasta aplaude, en cada caso, lo que hacen sus afines políticos de una determinada administración. Es ese bucle el que provoca el verdadero déficit democrático de una sociedad regular o malamente estructurada, como la española actual. Hay que reconquistar el protagonismo que solo le corresponde a la sociedad, una sociedad que además de votar un día cada cuatro años tiene que vivir «sola» otros 1460 días entre voto y voto.
Este fagotizado y ya mermado sistema por los constante varapalos que ha sufrido a lo largo del tiempo por sus insaciables fagotizadores, es heredero de las antiguos y verdaderas asociaciones de base o Concejos Abiertos que fueron sistemas políticos de la Alta Edad Media en la península ibérica, en que los vecinos se organizaban en asamblea soberana en la que decidían todos los aspectos relativos al gobierno de cada localidad.
Esta forma de autogobierno popular y local propia de villas, pueblos, aldeas y ciudades, surge en el siglo IX -tras el derrumbe del poder visigodo-, y funcionará plenamente en las áreas cristianas del norte hasta el siglo XIII, cuando las distintas Coronas, fortalecidas con las conquistas en el sur, comiencen a imponer su propia legislación al pueblo. El Concejo irá gradualmente perdiendo funciones y autonomía y será eliminado de las ciudades y villas con la pasada reforma de la ley Electoral, realizada por LO 2/2011, de 28 enero y LO 3/2011, de 28 enero 2011, significando un varapalo a la Democracia en España, al “cargarse de un plumazo”, los Concejos Abiertos, último reducto de la Democracia Directa y por lo tanto de la Autonomía municipal, que tantos ídem., ha sufrido a través de la Historia. La Asamblea Vecinal, o de la Sociedad Civil municipal era la asociación de personas afines, en donde todos los vecinos se encontraban en igual derecho de decisión sobre un tema en particular y eran representados directamente por ellos mismos.
En el régimen de concejo abierto el gobierno y la administración del municipio correspondía a un Alcalde y a una Asamblea vecinal de la que formaban parte todos los electores. Su funcionamiento se ajustaba a los usos, costumbres y tradiciones del lugar.
Era una organización de abajo hacia arriba, tenía un principio federativo, es decir, que la Asamblea Municipal, que tomaba sus decisiones no por mandato de un presidente si no por consenso, tenía como deber procurar que este método fuera utilizado en todos los aspectos.
En cambio hemos retrocedido por conveniencia de los partidos políticos. La actual democracia, aceptada y recogida en nuestro texto Constitucional y hoy deformada por conveniencia de los partidos políticos, que no de los ciudadanos, es una democracia basada en la representatividad por parte de unos “especialistas” en la política, que a menudo suelen ser excelentes demagogos, y mentirosos (en España), amparados en el “manto” de los Partidos Políticos actuales, quienes nunca podrán responder a la problemática social.
La democracia deja de ser ejercida por el pueblo, para pasar a ser ejercida por los Estados y de esta manera continuar su dominio por medio de la astucia y la fuerza. El sistema representativo se convierte entonces en un medio de dominación por el cual los partidos hacen pensar a la sociedad que es ella la soberana y la que decide por medio del sufragio… ¡Una evidente mentira!
El sistema representativo crea y garantiza, un monopolio gubernamental opuesto a los intereses de la sociedad civil dejando a un lado el sistema económico, el cual pasa a ser manejado y controlado por los bancos y las multinacionales. Criticar a la democracia asamblearia de dictadura de mayorías es el mayor despropósito dentro de los sistemas “democráticos ejecutivo” dado que es el sistema que más permite el consenso real.
Uds., padres de la Patria, le dieron otro varapalo histórico más a la Autonomía municipal, yo les propongo, ahora que tanto se habla de la necesidad de una reforma de la Ley electoral, que yo comparto, si se tachan de demócratas, tengan en cuenta las reflexiones aquí vertidas y devuelvan aquella desdichada involución democrática al pueblo libre y soberano en aquellos municipios aptos por sus dimensiones censales, que son la mayoría en España y sean listas abiertas para los demás y recuperaremos el protagonismo de la Sociedad Civil desde abajo, loa verdadera tan necesaria en estos momentos tan cruciales para frenar la deriva dictatorial a la que están llevando España, principalmente por falta de una Sociedad Civil verdadera o comprada por los corruptos gobiernos de turno con el dinero de los Presupuestos Generales.
11 Febrero 2021
Emilio Clemente Muñoz