GLOBALISMO VS NACIONALISMO
El objetivo de los poderes que quieren dominar el mundo es la desmoralización de la población, lo que equivale a convertir al ciudadano en borrego y a la ciudadanía en manada torpe y asustada. Es el primer gran objetivo del bando agresor en la guerra por el poder que se está librando en todo el mundo. Es la primera guerra que se libra no para matar al enemigo, sino para neutralizarlo, convirtiéndolo en cobardes asustados y pobres de solemnidad, objetivos necesarios para lograrlo. En esa guerra lo importante no es ser buen gestor, ni poseer dignidad y prestigio o ejercer un liderazgo brillante, sino saber empobrecer, intimidar y asustar a los ciudadanos, creándoles turbación, inseguridad y zozobra.
En España, en gran parte de Europa y del Mundo la maniobra envolvente del poder político gobernante, adicto al Nuevo Orden Mundial, contra la ciudadanía es visible y potente porque el ciudadano está siendo bombardeado con excrementos políticos, económicos, religiosos y éticos, como subidas injustas de impuestos –sobre todo en España- mentiras, desprotección, miedo a la pandemia, imágenes de muertos, censura, inconsistencia en el liderazgo y un concienzudo y miserable asesinato de la democracia, las libertades, los derechos, la religión, la valentía y los grandes valores.
Saben que el hombre, sin certezas, sin Dios y sin confianza, no es nada y quieren que el ciudadano sea súbdito y el hombre libre se vuelva esclavo. Una vez que se deja a Dios fuera, todo se corrompe, pues no hay un referente moral inmutable, y el imperio de la ley no iba a ser menos. Lo raro es que la fe en la justicia se mantuviera sin fe en Dios. Pero el ciudadano sumiso ya está fuera de juego, es incapaz de plantearse si volver a Dios es conveniente o no. El problema islamista que tenemos en Europa no se debe a que ellos tengan o no tengan razón, se debe a que nosotros no creemos en nada y ellos sí, y por eso están ganando.
El Papa no es una transposición de Dios, es simplemente el representante. Sólo es la voz de Dios cuando declara un dogma y el último dogma se proclamó en 1854, así que desde entonces, la Iglesia ha sido regida, en su cúpula, por hombres más o menos acertados. Y como tales, no debemos sorprendernos que el Papa actual haga cosas sorprendentes. Mientras no toque al depósito de la fe, que diga o haga lo que quiera.
Cada momento histórico tiene sus guerras y cada guerra es distinta a la anterior. Pues ahora tenemos que la guerra es informativa. Quien domina los medios domina el campo de batalla, pero ojo, son pocas la guerras que se han ganado con una batalla y también son muchos los ejemplos en que han ganado la batalla los menos numerosos, la guerra de los Cien Años, en la que los franceses superaban a los ingleses por tres a uno la ganaron los ingleses. De modo que quien domina la mayoría de los medios, no tiene la guerra ganada, aunque lo parezca, esa es la esperanza.
Estamos en guerra, pero es una guerra de nueva generación, donde los misiles y los cañones han sido sustituidos por las noticias, las imágenes, los artículos, los bulos y los argumentos. Es la guerra informativa. Quien domine la información dominará la realidad y el futuro. Los estrategas del poder lo saben y están desplegando toda su potencia de fuego. Donald Trump, que era el gran obstáculo para la hegemonía de China y la victoria del Nuevo Orden Mundial, ha sido derrotado por la información, más que por los votos y la Justicia. El mundo está infectando la vida con datos, informes, imágenes y noticias que en realidad son armas de destrucción.
El objetivo es desmoralizar a la población o dicho de otro modo, convertirlos en ovejas, aceptando sumisamente todo lo que le venga y hasta besa la mano que lo golpea. Ejemplo, en España, Sánchez va a poner como candidato en Cataluña al ministro de sanidad del gobierno que ha gestionado lo del virus de la peor manera, que ha mentido cada día y sigue mintiendo, que ha destrozado el sector de la hostelería y otros sectores muy importantes en Cataluña y gran parte de los catalanes sumisos le votarán.
La dictadura mundial ya es un hecho, pero, por el momento, funciona a medio gas, sin dar la cara por completo y no en todos los países del planeta, gestionada por peones del Nuevo Orden Mundial (NOM) que, fieles a las élites globalistas mundiales, desarrollan la primera fase de esa guerra mundial, que es la "fase informativa", cuyas armas son las mentiras y los bulos y cuyo principal objetivo es crear suficiente confusión, incertidumbre y miedo en las sociedades para que la tiranía que se prepara sobrevenga sin demasiada resistencia y traumas.
Quizás el verdadero objetivo sea anular la capacidad de discernir del ser humano, que, agobiado por la inflación de mensajes y la proliferación de mentira, carece ya de certezas y es capaz de creer cualquier cosa y, lo más importante, de permanecer indiferentes ante crímenes y abusos de poder perpetrados por las élites mundiales, que quieren cambiar el mundo y llevarlo hacia la tiranía sin que nadie se resista a esa terrible brutalidad.
La segunda fase de la guerra será el caos. El mundo, dirigido secretamente desde los palacios del poder y por los peones del NOM, se tornará inseguro, insalubre y tan poco acogedor que los ciudadanos más débiles pedirán una intervención autoritaria del Estado para acabar con la inseguridad y el desconcierto.
La tercera fase será ya la instauración, prácticamente en todo el planeta, de la nueva normalidad, que será un sistema dictatorial al estilo chino, con economía capitalista, dominado por la disciplina, la represión y el orden, impuestos por un Estado todopoderoso, dirigido por los peones del NOM, todos ellos obedientes a las élites oscuras y ocultas –El Gran Hermano Orwelliano- que acumulan el poder, el dinero y los recursos.
Aquellos países que se resistan al nuevo orden serán tolerados, pero sólo en apariencia, porque serán asfixiados económicamente, aislados y sus ciudadanos insumisos torturados, hasta que abran sus puertas a la tiranía mundial.
Ese es el proyecto que se abre paso en el mundo, apoyado por el viejo comunismo, la masonería, las fuerzas de izquierda y otras sectas llenas de ambición y ansias de poder, que se han aliado con el más oscuro y rancio capitalismo de las élites para acabar con el Nacionalismo tradicional virtuoso y rico en valores, con las religiones que proclaman la libertad y la dignidad del hombre, sobre todo el cristianismo, y con la democracia, un sistema que ellos consideran inseguro, inestable e incapaz de garantizar la estabilidad y la disciplina que el mundo necesita, según ellos, para regular su población, hacer negocios y prosperar.
Por supuesto dentro del caos está que el imperio de la ley no exista. Los medios vendidos, por un suculento botín de dólares de nuestros impuestos, se meten a discutir las sentencias y a poner en primer plano a unos jueces que por su cometido deberían ser anónimos.
Trump ha demostrado que el rey está desnudo y seguramente por eso lo recordará la Historia, pero ¿el ciudadano sumiso se da cuenta? Ese es el gran problema, que ese ciudadano no entiende. Pero Trump ha cumplido advirtiendo al pueblo lo que hay. Es probable que dentro de un siglo Trump sea recordado como un gran profeta que nos hizo ver el peligro que nos amenazaba y la naturaleza sucia y miserable del NOM que nos impone el Globalismo.
Enero 2021
E.C.M.