EL MACABRO "NUEVO ORDEN MUNDIAL"

EL MACABRO “NUEVO ORDEN MUNDIAL”

 

22/06/ 2020

 

El mundo que se nos viene encima, el que preparan los grandes y perversos magnates del Nuevo Orden Mundial, es un mundo nada democrático, nada igualitario y nada libre. Es el mundo sin el hombre. Es el mundo sin Dios.

 

Una de las mayores obsesiones de los nuevos señores del poder en el mundo, los magnates que están fuera de control democrático y privatizan instituciones y servicios públicos -como la OMS-, compran voluntades y dirigen los medios de la propaganda, comulgan de un rancio maltusianismo y están obsesionados con el control de la natalidad. Han puesto en marcha una siniestra maquinaria de liquidaciones de seres humanos. Somos 7.500 millones de habitantes y según calcula el obsesivo y frívolo Gates, sobran unos 1.500 millones, de los cuales, claro, ninguno es él, ni su mujer, ni sus hijos, ni sus amigos -a ser posible, que se mueran los pobres, los abandonados, los desasistidos, los viejos...-. Para bajar esa cifra que, dicen, el planeta no puede soportar –según la siniestra formula gatesiana de la proporcionalidad progresiva entre hombre y CO2-  hay que recurrir a la extensión del aborto, la eutanasia y la esterilización. Y entonces financian esa máquina criminal que es  Parenthood - organización sin ánimo de lucro que provee servicios de salud sexual reproductiva, abortos y planificación-, crean fundaciones de promoción de la eutanasia y desarrollan vacunas que incorporan, secretamente, a la sombra de una causa justa, fórmulas para provocar abortos -entre otros,  el caso de Bill Gates en Nigeria-.

 

Estos filántropos del Nuevo Orden Mundial quieren desmontar antropológicamente al hombre, despojarle de su naturaleza y de su esencia. Tampoco, al parecer, le cabe al pobre homo  gatesiensis o filantrópiucus la explotación de la tierra. Esta gente además de propagar el terror de que no hay suficiente planeta para todos los hombres, han propagado que la tierra debe dejar de ser dominada por el hombre, lo cual es tanto como decir que ya no es el centro de la creación sino una especie más que no tiene mayor dignidad ni mayor derecho que un simple animal. También intentan la conversión del ecologismo en histeria planetaria, lo que significa que ni podemos plantar lo que queremos, ni cazar lo que cazábamos, ni comer lo que disfrutábamos. Los animalistas te llaman asesino si comes un cordero o cazas un conejo. El hombre era, hasta la llegada de esta descomposición antropológica del globalismo, el centro de la creación y de todas las cosas. La izquierda expulsó a Dios de la conciencia y de la sociedad y ahora quiere también expulsar al ser humano, tal y como lo concebimos. La izquierda  ha encontrado un poderoso aliado en el poder del dinero para acabar con la dignidad humana en la tierra.

 

¿Y el derecho al trabajo?, que es también un deber. Pues el derecho al trabajo ha sido sustituido por dos aberraciones: el desempleo y el subsidio. El trabajo ennoblece, satisface y reconforta con el pan que uno puede llevar a los suyos. Pero la negación del orden natural, del derecho natural, consiste en que hay personas a las que se expulsa del trabajo impunemente y hay personas a las que se aleja, mediante un subsidio, del goce de producir algo y recibir algo a cambio. Al parecer, los nuevos amos del poder global se conforman con la expulsión de millones de seres humanos del trabajo -se les inutiliza- y su transformación en mendigos contemporáneos -se les subvenciona con pequeñas miserias para la subsistencia, no para emprender una vida y un camino peculiar y propio-, es para lograr una alienación clientelar hacia el amo que los sustenta..

 

Y su última batalla es el amor. Al parecer, ya no tenemos que amarnos los unos a los otros porque, dicen, la realidad es ahora distinta del amor; la realidad es el hedonismo, el consumo o el odio: las sociedades evolucionan mediante la guerra civil y la fractura: hay rojos contra blancos, ricos contra pobres, obreros contra empresarios, jóvenes contra viejos, clases contra clases, animalistas contra cazadores, veganos contra carnívoros, ecologistas contra depredadores, heterosexuales contra LGTBI, compañeros contra familias, mujeres contra hombres, etc. Han emprendido una tarea de ingeniería social para alterar el orden familiar, el orden social y la identidad profunda de las personas. La mujer debe dejar de ser la compañera del hombre, si quiere que las demás la consideren como mujer. Hay que tener un enorme valor, siendo mujer, para alzarse contra la presión colectivista que quiere encerrarlas en el corral de este feminismo. Hemos pasado a traficar con seres humanos y a cercenar a la mujer -en su afán por imitar el camino del hombre- de su más preciada joya: la maternidad

 

Porque la naturaleza humana requiere de la diversidad, es decir, de la libertad de expresiones, maneras y costumbres distintas, estamos obligados a despertar y plantar cara a este globalismo maltusiano, que, hasta los nuevos poderes públicos internacionales -salvo numerosas y honrosas excepciones, entre las que no se encuentra España- están subvencionando a estos magnates a través de un complejo número de malvadas fundaciones,  con nuestros desproporcionados e injustos impuestos, para unos fines tan macabros.

 

22/0672020

 

Emilio Clemente Muñoz